Mayo, 30, murió Juana de Arco – los sueños, antimateria y sustancia de la creación-.

30 de Mayo de 1431, la Doncella de Orleans, Jeanne La Pucelle, joven mujer que no intuyó ni imaginó su canonización que ocurrió en 1920.

Liberó Francia. Fue víctima de un orquestado Proceso insólito donde se le preguntaban cosas que luego fueron utilizadas para justificar su atroz desenlace, detrás de razones evidentemente políticas, disfrazadas de religiosidad. La quemaron viva en la Plaza del Mercado Viejo de Ruán, frente a todo el pueblo. Qué hizo? Liberó a Francia, a las órdenes de Carlos VII quien no la defendió ni apareció en Ruán, el muy rey y tan ruin.

Nació en Domremy-la-Pucelle, departamento de Vosges. Y de niña, jugaba a las hadas con los niños del lugar. Y se dice y lo creo, nunca tuve dudas, que las veía. Así como vio a Santa Catalina y a Santa Margarita. También al arcángel San Miguel.

El mismísimo Tribunal de la Santa Inquisición la acusó de innovar. Tenía 19 años. Qué otra cosa podía hacer no? Al fin y al cabo dirigió un ejército de soldados hacia la libertad y el fin de la Guerra de los Cien años. También la acusaban de no seducir ni verla indisponerse, como si fuera fácil exponerse en ese contexto a una niña. Tal vez fue tan genial líder, que supo manejar a su ejército con gran capacidad, pero esa opción no era conveniente suponerla. Eso sí, le preguntaron, por qué se vestía de hombre. Como si fuese posible otra cosa que masculinizarse para hacerse invisible en ese contexto. Tal vez fue una defensa, tal vez es la manera más efectiva de montarse a caballo y enfrentarse a enemigos a cuerpo y espada como uno más. No me imagino la guerra en vestidos con escotes.

Año 2000, la Iglesia pide perdón por las atrocidades cometidas durante la inquisición, el nazismo, las dictaduras latinoamericanas. Juan Pablo II limpia la más siniestra carta de su historia signada con la imagen de la Muerte. Y hay que cambiarla para dar otra esperanza al nuevo milenio. Aunque vamos viendo que la imagen cambió sin duda pero bueno, lo dejamos ahí el tema.

Fue entonces que me puse manos a la obra. La de empezar una obra de teatro y la de mi Teatro, que finalmente terminé armando en un taller mecánico alquilado. Doble desafío, como Juana, me puse los pantalones, para poder dirigir a veinte personas que vaya a saber por qué se apasionaron en mi invento, y dos albañiles rebeldes que me armaron dos baños, unos camarines y un hermoso escenario de madera reciclada.

Aún existe con otro nombre la sala y está muy mejorada y hay varias salas a lo largo de una calle perdida del barrio del Abasto de Buenos Aires que se llama Zelaya y donde no había casi nada y hoy son cinco los teatros y muy reconocidos.

Juana me dio la posibilidad de vivir la pasión de interpretar su proceso y también su inspiración épica y divina, junto a un elenco que le pusieron todo. Fue una epopeya previo a un momento del país muy dificultoso, y no me arrepiento a pesar de todo. Perdí el teatro, un departamento y un auto. NO por haberlo invertido en lo que amo, sino porque este país que también amo, es muy impredecible o ya a esta altura, muy esperable todo. Apostar al teatro y que la plata no quedara en un corralito, fue en definitiva una inversión de aprendizaje y me sentí más feliz que mucha gente que ahorró toda la vida y se encontraba sin tener nada de la noche a la mañana, desvastada.

Recuerdo lo fundamental. Fue todo tan arrasador como una hoguera. El teatro se deshace en el mismo momento de suceder. En un video de antes o DVD o pen drive o link, no hay teatro. El teatro es una línea de sucesos que empiezan en el primer instante que una idea toma forma en el universo creativo. Y luego desaparece, deja de existir, sólo deja secuelas, y perdura en la memoria, en las sensaciones, desaparece y vuelve a la luz del universo a producir más imaginación y más pasión creadora. Por eso reincidimos en posibles e imposibles locuras aunque se trate también de perder algo en el macabro y atractivo juego.

Viví cosas increíbles desde el minuto cero que decidí ese proyecto.

Cuando ensayábamos, unos vecinos al llegar a mi casa, me dejaban en el contestador que pare de hacer ritos umbandas. Creerían que estábamos haciendo rituales? Sólo ensayábamos… lo demás era parte de la fantasía y no de la mía. Claro había cantos gregorianos, y palabras en latín pero bueno, no sé cómo asociaron con el Maligno un acto de teatro.

Ensayé la obra con dos actrices en el papel, que después de un tiempo de ensayos se tenían que ir por otros proyectos y además una que de todos modos es amiga y la quiero me lo tiró en mi escritorio el texto y me dijo, esto es una mierda. Igual vino al estreno, aclaro y creo que le gustó pero no me animé a preguntarle mucho…

Una noche… sueño que yo hago el papel, y pienso en el sueño: me es fácil, cómo me gusta. El escenario era de madera, una estructura con tablones la escenografía. Me despierto, suena el teléfono, la segunda Juana me dice, Emilia, necesito hablar con vos. Claro, ahí supe antes que me cuente nada. Se iba, caía de maduro. No por su voz, sino por mi sueño. Nos juntamos, me cuenta que patapin patapán… le digo, tranqui, sólo te pido que vengas a despedirte de la gente. No estás enojada? como enojarme, si estaba en mi deseo y a la noche soñando lo supe. No había posibilidad de enojo. No había pérdida de tiempo. Se iba y el camino era otro, nada más que eso. Un elenco, tanta gente, tanto tiempo y que sigan motivados es lo más difícil. Viene a la noche, la gente se bajonea, muchos meses… se decepcionan, se angustian; stop. Paren. Tranquilos gente. Yo me subiré al escenario, no quiero que la próxima se vaya, al menos sé que yo no me voy aunque ustedes se las tomen ya mismo. Acababa de firmar el contrato para inaugurar mi teatro. Curiosamente, fecha de la firma: 30 de mayo. Curiosamente hasta ahí, llevábamos 9 meses ensayando. El tiempo que duró el proceso a Juana.

Manos a la obra, empiezo a ensayar esa misma noche. Giro, giro convocando a los espíritus, transformo mi voz en la del arcángel San Miguel, empiezo a ver y sucede algo del orden de lo inexplicable, que juro, fue así. Al fondo de la sala, vi una bola de energía blanca, nítida cual zarza ardiente vio Moisés en el desierto. Si no era Dios se le parecía mucho, forma de Juana de Arco, no tenía. . Empecé a decir el texto mientras mi cuerpo se conmocionaba; los actores fueron saliendo de entrecajas, en un estado extraño, abducción emocional tal vez si hubiera un término para contarlo. Me detengo al final de la escena. Jorge Sharry, actor, director, docente, hombre de teatro de Pergamino, me dice: es la primera vez que veo a Juana de Arco. Lo miro en estado que no puedo describir por la emoción profunda y le digo, yo también. Creo que la ví. Cuándo estudiaste la letra? la dijiste toda. No la estudié, no tuve tiempo, pero surgió, nació de algún lugar extraño de mí y nació.

Podría así extenderme meses escribiendo anécdotas. Si cabe contar una más. Pintamos todos el teatro. Asados en la calle, madrugadas enloquecidas sin mirar la hora pintando el frente de fucsia y verde, el color de mi amor inmenso plasmado en mi sala por fin, sueño de mi vida. Una noche sueño con un ángel, una Venus con alas. Y me despierto: se llamará el Ángel del Abasto y el logo fue una mujer ángel. Ya mi teatro tenía nombre.

Todo bien hasta acá, me falta el final de la obra. La hoguera cómo recorcholis la resuelvo. Noches de insomnios y devaneos. Entonces sueño con expedientes. Pero los mismos eran libros de contabilidad…. Me despierto y digo, eso es. Una pared inmensa de expedientes , Juana muere ahogada en burocracia y un juicio injusto y cruel. La hoguera no se podía y era la obviedad, había que hallar el símbolo, cómo contar ese otro incendio propio.

Salgo con mi auto esa mañana a grabar tele. Paso por Honduras casi Scalabrini, dos pilas enormes de libros de contabilidad estaban atados junto a un poste. Ahí están, ellos, mis libros de contabilidad, mis expedientes. Freno, abro el baúl, los guardo. Y así fueron los expedientes que volaban de mano en mano de los actores cubriendo a Juana. Todo tal cual mi sueño.

Hechos mágicos, sincrónicos. El » todo es por algo», en el mundo del teatro siempre sucede. Creo que los seres humanos convivimos con estas cosas siempre, sólo que los actores somos esa clase de personas que los demás creen que estamos medio locos… pero sólo somos gente con la atención despierta, viendo más allá de la materialidad de las cosas. Si todos estamos atentos a los sueños, a las señales, a las cosas no casuales, a lo que nos sucede, lo sobrenatural es un hecho real y cotidiano, como parte del hecho creativo y mágico del arte, como de la vida. En definitiva sila ciencia actual no se equivoca, la materia es sólo energía y ya no es tan real como creíamos.

Tengo la obra para quien quiera leerla. Sólo tienen que pedírmela.

Mayo, 30, murió Juana de Arco – los sueños, antimateria y sustancia de la creación-.

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